Productividad viene de la ingeniería. Es un concepto que arranca con la relación entre los resultados de un proceso -producto o servicio- y los recursos (capital, tiempo, materiales, mano de obra) necesarios para obtenerla.
Es un concepto clave en la supervivencia de las organizaciones, el costo de los resultados del proceso tiene mucho que ver con esto, y en los hechos vemos todo el tiempo cómo empresas crecen o desaparecen por atender de mejor o peor manera la productividad de sus productos o servicios. Quienes permanecen y crecen son competitivos, y su competitividad tiene mucho que ver con la gestión de la productividad.
Pero en esta ocasión estamos hablando de productividad personal. O sea, de personas. Acá el tema no es tan simple. Tienen que ver con los recursos que utilizamos para hacer lo que tenemos que hacer, y acá entran temas de conocimientos, experiencias, habilidades, pero también entusiasmo, empuje, ganas, foco, ambiente, grupo con el que interactuamos. O sea, con nuestras mismas habilidades y conocimientos podemos ser poco productivos en un ambiente de trabajo y mucho más productivos en otro. La misma persona que anduvo mal en un lugar anda bárbaro en otro, haciendo cosas muy similares. ¿Les suena?
Hace muchos años, Gerardo Berriel, en aquella época Gerente de Recursos Humanos de Montevideo Refrescos decía en un Congreso de ADPUGH: "un trabajador productivo es un trabajador feliz"; invertía, entonces, el concepto de los años ´50 de Elton Mayo, que sostenía que logrando que el trabajador estuviera feliz se mejoraba su productividad. Creo que el concepto que Gerardo manejaba es importante traerlo a nuestro presente. Ser productivos, lograr buenos resultados con mínimos recursos, nos hace bien, nos gratifica, nos refuerza el sentido de por qué trabajamos. Y, por el contrario, no conozco a la persona que sea feliz en el trabajo cuando lo que hace no es productivo: o sea, no son felices quienes trabajan mirando la hora para irse sin estar haciendo nada; ¿me explico?
Y además, resulta que muchos jefes considerábamos que productividad personal y control estaban muy relacionadas. Vigilar lo que la gente hace, en un ambiente controlado (oficina) y un horario establecido. Veíamos que buena parte de nuestra "productividad" (control del trabajo y los resultados de nuestro equipo) tenía mucho que ver con estar ahí, todos juntos, y ver cómo iban las cosas.
Entonces llegó el COVID 19, y una de sus interesantes consecuencias, el teletrabajo forzado. Entonces vos, como trabajador, ya tenés que armar tu diseño de ambiente, tu diseño de horario, tu organización de tareas, y una buena parte de lo que hacés tiene que ver con tu autodisciplina. Entonces tu productividad personal, en el contexto del teletrabajo, está dependiendo mucho más de vos que de un control externo.
Y desde ahí creo que surge un tema que va a reforzar nuestra productividad personal: nuestro trabajo va a depender cada vez más de los entregables, de nuestra parte tangible en donde agregamos valor al producto o servicio, que de factores externos (control del jefe, ambiente de oficina, tiempo de trabajo marcado en el reloj).
Y esto nos va a transformar en gente más autónoma, y a su vez más responsable de nuestros resultados, y de última de nuestra carrera profesional. Y creo que esto va a trascender la pandemia y llegó para quedarse, en muchas posiciones laborales. Y está bueno, nos hace más dueños de nuestro futuro.
